Droughts in the Anthropocene
El Caribe: avanzar en un contexto de riesgos cambiantes
El Caribe es una región con una diversidad que va desde las islas llanas de baja altitud a las zonas montañosas con cimas que alcanzan los 3.000 metros sobre el nivel del mar [1]. Aquí viven más de 40 millones de personas, y la mezcla de economías, idiomas y culturas es un reflejo del pasado colonial y la historia política de los distintos Estados y territorios [1]. El bienestar de la población está íntimamente ligado al medio natural, puesto que la mayoría de las economías dependen en gran medida del turismo y de la agricultura y la pesca a pequeña escala. La escasez de agua es un problema cada vez más grave en las islas del Caribe y empeora con la expansión de la industria del turismo, el crecimiento demográfico, la urbanización y la falta de eficacia de las estrategias y de la gestión de los recursos hídricos. Las precipitaciones son cada vez más variables y las temperaturas están aumentando, lo que probablemente recrudecerá las dificultades que ya existen. La historia de las sequías en el Caribe pone de manifiesto unas repercusiones sociales y económicas de amplio alcance que atañen a todos los sectores. Desde los años 50, se han producido al menos siete sequías graves en esta región; dos de ellas, las más recientes, ocurrieron en los períodos 2009–2010 y 2014– 2016 [2]. A lo largo de 2009 y en el primer trimestre de 2010, una buena parte del suministro de agua potable de las Bahamas y las Islas Caimán se obtuvo a partir de plantas desalinizadoras [3]. En Antigua, el depósito más importante de agua ya se había agotado en marzo de 2010 y las aguas subterráneas de Barbados se situaron en un nivel sumamente bajo [3]. Carriacou, una isla que pertenece a Granada y que depende enteramente del agua de lluvia para cubrir sus necesidades hídricas, tuvo que traer agua en buques tanque desde la isla principal, aunque allí también sufrían escasez [4]. La sequía que tuvo lugar entre 2014 y 2016 en el Caribe fue aún más extrema: en siete territorios, se trató del período de sequía más largo del que se tiene constancia [5]. Disminuyó la producción agrícola y contribuyó a que se declararan incendios devastadores de matorrales y a que se produjeran restricciones de agua en las zonas residenciales.
Las previsiones sobre el cambio climático en estos territorios apuntan a que, en un futuro, las sequías serán más frecuentes y pronunciadas a causa del descenso general de la pluviosidad anual y del aumento de las temperaturas y la evapotranspiración [6]. La intrusión salina vinculada a la subida del nivel del mar y el efecto de los huracanes también mermarán el volumen de agua dulce de los acuíferos del litoral y su calidad [2]. Es probable que estos cambios se traduzcan en la reducción de los servicios de los ecosistemas y en amenazas de mayor envergadura para la agricultura, la salud humana, la fauna y flora silvestres y el desarrollo socioeconómico del Caribe. La suma de los efectos de la variabilidad y los cambios planteará situaciones de riesgo sin precedentes relacionadas con el agua, por lo que dar respuesta a las sequías es una parte vital de la adaptación al cambio climático en esta región. Las evaluaciones que siguieron a la sequía de 2009–2010 revelaron varios problemas considerables en materia de capacidad, como las limitaciones de los sistemas de alerta temprana y de difusión de información entre instituciones interesadas clave, planes y políticas deficientes y la escasa financiación para poner en marcha actividades fundamentales y mantenerlas [5]. También pusieron de manifiesto que era necesario analizar los riesgos y los puntos débiles, e incluir esta información de forma constante en la elaboración de planes y estrategias de gestión de las sequías —y no como un hecho aislado—, además de la creación de Planes de Seguridad del Agua [7]. El proyecto del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF) sobre la Integración de la Gestión de Cuencas Hidrográficas y Áreas Costeras (IWCAM), que está destinado a los pequeños Estados insulares en desarrollo del programa del Caribe y concluyó en 2016, dio más relevancia a la gestión integrada de los recursos hídricos en la zona a través de proyectos demostrativos e intervenciones concretas, como la elaboración de hojas de ruta para dicha gestión [1]. La desalinización es muy común en todo el Caribe y se emplea en 14 islas. Gracias a la tendencia creciente de
promover la desalinización como parte de la solución a las dificultades relativas al abastecimiento de agua, las plantas de desalinización a pequeña escala que utilizan energía renovable suscitan cada vez más interés, como la que se ha puesto en funcionamiento en la isla de Bequia [1]. Se han producido grandes avances en cuanto a la supervisión, la predicción y la mitigación de fenómenos; por eso, estos territorios estaban mejor preparados para la sequía que se produjo entre 2014 y 2016. El Atlas de Sequías de América Latina y el Caribe que elabora el PHI ofrece una representación gráfica de las precipitaciones previstas y ha servido para establecer la frecuencia de las sequías meteorológicas y la vulnerabilidad a las mismas [8]. El PHI de la UNESCO también ha organizado actividades formativas para desarrollar y potenciar la capacidad de predicción subestacional a estacional de las sequías que sufre esta región en pleno verano. El Instituto de Meteorología e Hidrología del Caribe ha creado el primer mecanismo de seguimiento regional de las sequías en el Caribe. Se trata de un sistema de información de alerta temprana sectorial que abarca distintas escalas cronológicas climáticas y que está pensado para proporcionar información adaptada a las necesidades concretas del usuario sobre alertas tempranas relacionadas con el clima. A raíz de las lecciones aprendidas y puestas en práctica tras la sequía de 2009-2010, la región estaba mucho más preparada para la que aconteció entre 2014 y 2016 [5]. La creación y la mejora de la Red de Monitoreo de la Sequía y Precipitación del Caribe continúa realizando una valiosa contribución a la previsión y la preparación en la zona. El Caribbean Drought Bulletin, que se publica mensualmente desde diciembre de 2018, proporciona información sobre la situación actual en cuanto a las sequías [9].
AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
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