CARBONO LIMPIO, NEGOCIO SUCIO

Transporte transfronterizo: la madera congoleña llega a Uganda

se hacía así, se corría el riesgo de tener que trabajar en un bos- que en el que los árboles no se dejaran cortar. Tony contó una historia vívida de una ocasión en la que no se pagó a los jefes del pueblo y «un árbol empezó a sangrar sin parar», un ejemplo no poco habitual, muestra del gran miedo al vudú y a los brujos en la región. A cambio de una compensación, los líderes espirituales del pueblo realizaban rituales para garantizar el beneplácito de los árboles. Tras la tala de los árboles, los troncos se procesaban en ese mis- mo lugar, donde se convertían en planchas gruesas con una sierra de cadena antes de cargarlos en el camión. Cuando se le pregun- tó sobre el tipo de árboles que cortaban, Tony solo supo identifi- car la caoba africana, una especie vulnerable según la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), pero «también había otros árboles valiosos, sobre todo uno de madera oscura dentro y muy roja fuera». A continuación, se transportaba la madera a la frontera donde, con la ayuda del oficial del ejército congoleño y algún otro militar más, volvían a cruzar la frontera a Uganda sin papeles. Tony explicaba que si el camión iba directamente a la tienda de Arua, un distrito cercano a la frontera, no tener papeles no era un problema. Sin embargo, «si se enviaba la madera a Kampala, mi pariente iba a los funciona- rios del gobierno y le daban un papel que decía que la madera era de Uganda». Con esos certificados recién comprados en los que se garantizaba el origen nacional de la madera, se podía trans- formar en Kampala o transportar a Kenya. Incluso hasta la costa, desde donde se podía enviar sin problemas a cualquier país. La historia de Tony no es la única, pero permite comprender el negocio de la madera en la cuenca del Congo y hasta qué punto se utiliza la corrupción colusoria y la inestabilidad para extraer recursos.

Una fuente contrastada, «Tony», explica que trabajó durante dos años en la tala y contrabando de madera de la República Democrática del Congo (RDC) a través de la frontera con el nor- te de Uganda. Se organizaban en Arua, en el noroeste de Uganda, en el dis- trito de Nebbi, y tenían contacto con un oficial del ejército congoleño, de las FARDC. Esta persona les escoltaba perso- nalmente para que atravesaran la frontera con la RDC con el camión vacío. Cruzar la frontera nunca fue un problema, según explica, ya que «el oficial siempre nos ponía los primeros en la cola, así que nunca había que esperar ni enseñar papeles». Tony explica que ese oficial congoleño también participaba en el comercio, tenía a sus propios trabajadores para transportar la madera a Uganda y venderla a una red de clientes a través del distribuidor que contrató a Tony. Ese distribuidor nunca cruzaba en persona la frontera con la RDC, pero también tenía una tienda en el distrito de Arua, donde se vendía la madera congoleña. El negocio era claramente muy lucrativo, puesto que «la madera era tan popular que casi nunca les quedaba en la tienda». El oficial congoleño tenía a sus propios trabajadores que transportaban la madera hasta Uganda y la vendían a una red de consumidores. Durante las operaciones de tala, los madereros solían vivir en campamentos instalados entre los arbustos. Era importante ga- narse el apoyo de los vecinos y siempre consultaban con los jefes locales antes de empezar la tala. Puesto que los funciona- rios congoleños no participaban en la selección de la madera, bastaba con ofrecer una pequeña compensación a los jefes y así podían elegir los árboles que quisieran. A cambio de esa compensación, los líderes espirituales de los pueblos realiza- ban rituales para garantizar el beneplácito de los árboles. Si no

39

Made with