Atlas De Glaciares y Aguas Andinos
Ríos, cuencas y lagos La mayoría de los grandes ríos de América del Sur están alimentados por agua de la cadena montañosa andina. Estas montañas altas suelen recibir más precipitaciones que las planicies. En general, también tienen glaciares y zonas cubiertas de nieve, que constituyen una reserva significativa de agua. Esta capacidad de almacenamiento y la liberación de agua de deshielo revisten una importancia especial en las regiones con un alto grado de variación estacional y con niveles de precipitación bajos. La cuenca del río Amazonas es la cuenca de drenaje más grande del mundo, con una superficie de casi 6 millones de km 2 . Ocupa más de un tercio de la masa terrestre de América del Sur y proporciona casi el 20% de la descarga de agua dulce al océano (Calléde et al., 2010; FAO 2015). La cuenca transfronteriza tiene cinco afluentes principales: el río Negro, que drena el escudo brasileño en la zona norte del Amazonas; el río Solimões, que drena los Andes septentrionales y centrales y una gran parte de las planicies; el río Madeira, que drena los Andes meridionales, las cuencas de antepaís meridionales y parte del escudo brasileño; y los ríos Tapajós y Xingu, que drenan la zona restante del escudo brasileño (Bouchez et al., 2017). Los glaciares de las cordilleras orientales de Bolivia y Perú participan en el ciclo hidrológico de la cuenca del Amazonas. Sin embargo, su influencia se suele ir reduciendo con rapidez aguas abajo debido a la elevada contribución de las precipitaciones a lo largo de las laderas orientales de los Andes (Bookhagen y Strecker, 2008). Se calcula que la pluviselva amazónica genera y recicla hasta el 50% de estas precipitaciones (Jones et al., 2017). En el lado oriental de la cordillera y al sur de la cuenca del Amazonas, la cuenca de La Plata abarca una superficie de 3,1 millones de km 2 aproximadamente. Esta cuenca transfronteriza incluye partes del Brasil, Argentina, Paraguay, Bolivia y Uruguay. Está compuesta por tres grandes subcuencas, alimentadas principalmente por los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay. Los ríos Paraná y Uruguay se unen al río de la Plata, que desemboca en el océano Atlántico cerca de Buenos Aires. Además de los ríos, los lagos desempeñan una función vital en la hidrología de los Andes y proporcionan agua y energía hidroeléctrica a muchas comunidades. Muchos de los lagos a gran altitud se formaron como consecuencia del movimiento glaciar y se alimentan de agua de deshielo, fría y turbia, procedente de la ablación glaciar (Barta et al., 2017). En los Andes septentrionales, los humedales, denominados páramos, y los bosques higrofíticos nubosos contribuyen en gran medida al almacenamiento de agua (Buytaert et al., 2017). En estas regiones normalmente húmedas, el rendimiento hídrico es alto, dado que los suelos de los humedales suelen estar saturados y, por tanto, presentan una escorrentía elevada (Mosquera, Lazo, Célleri, Wilcox, & Crespo, 2015).
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